HISTORIA DE MI ABUELA
Me llamo
Remedios. Cuando era pequeña vivía en el campo en una casa situada cerca de
Almogía. Éramos seis hermanos, mis padres y mi abuela. Teníamos tres dormitorios, uno para mis padres, otro para
mis hermanos y otro para mí, compartido con mi abuela.
Mi abuela
y yo nos llevábamos muy bien, me quería mucho y yo a ella, me compraba muchas
cosas porque yo era para ella su niña chica. Muchas noches mi abuela me contaba
historias de cuando ella era joven para que me durmiera.
Ella me
contaba que era muy pobre y vivía en una choza con sus padres y sus hermanos.
Cerca de allí había un cortijo de gente rica donde a menudo se celebraban
eventos. Llamaban a mi abuela para que cantara, ya que le gustaba mucho y lo
hacía muy bien. Para estos eventos, le prestaban ropa y la vestían muy bien. Cuando
había bodas la vestían de princesita y la montaban en un caballo para
trasladarla al sitio de la celebración. Ella estaba encantada de hacerlo porque
luego la invitaban al banquete y comía muy bien. En definitiva pasaba un día
ideal.
Después se
hizo mayor y conoció a mi abuelo. Ella me decía que era muy bonita pero muy
bajita y que mi abuelo era muy alto y fuerte, de ojos verdes y que le parecía
mentira que se fijara en ella. Se casaron muy enamorados.
Mi abuela
era muy pobre, trabajaba en el campo para poder comer. Una noche antes de
dormir me contó una historia: decía que una vez soñó con un tesoro que había en una esparraguera y se lo dijo a mi abuelo.
Él no se lo tomó en serio y no le hizo caso y ella se olvido. Un día ella fue a
buscar espárragos y vio la esparraguera con la que había soñado. Habían sacado
una orza y se quedó señalada la parte de abajo en el suelo. Esto demostraba que el sueño que
tuvo era algo real y perdió la oportunidad de ser rica.
Tuvieron
seis hijos, y les costó mucho criarlos porque vino la guerra Civil. Al comenzar
la guerra todo el mundo se iba de sus casas, porque estas estaban ubicadas en
un lugar por donde pasaban los soldados, con destino a Villanueva de la
Concepción y Antequera. Ella y su familia también huyeron, estuvieron tres días
fuera en un monte y pasados los tres días volvieron a su casa.
Cuando
ocurrió aquello, mi madre era pequeña, mi abuela le compró tela para hacerle
dos vestidos y se la dio a mi tía, que era hija de mi otra abuela, para que los
terminase. Mi otra abuela, como ellos, también se fue. Pasó por allí una
familia con niñas de su edad, sin ropa y descalzas y le regaló los dos vestidos
de mi madre. Cuando mi madre volvió se quedo sin vestido y solo se quedo con lo
que tenía puesto.
Más tarde,
los hijos de mi abuela se casaron. La cosa fue empeorando, a uno de sus hijos (que
también tuvo dos hijos) lo mató el bando nacionalista. Sus hijos se quedaron
huérfanos de padre. Por otro lado, otro de los hijos enfermó y murió dejando
también dos hijos. Mi abuela trabajaba y trataba de ayudar a los cuatro nietos,
dándole lo que podía para que salieran adelante. Con el paso de los años mi
abuela se quedo viuda y siempre vivió con nosotros hasta que murió. Era una
mujer positiva y alegre. Yo siempre la llevo conmigo, en mis pensamientos y en
mi recuerdo. Su vida
hecha historia.
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