El
objetivo principal de esta actividad es recordar y recuperar juegos,
canciones, adivinanzas… de nuestra infancia. Nos distribuimos en
grupo de 4 a 6 compañeros.
Nuestra
compañera María Victoria fue pintando a cada equipo.
Todos
realizamos la siguiente tarea:
Una
canción de rifa, un trabalenguas, una palabra antigua, una
adivinanza, una historia, una canción de corro, una canción para
saltar, un juego al que jugarán, un refrán, canciones de palma, un
juguete hecho por nosotros.
Salieron
muchas cosas que hemos pensado recopilarlas todas poco a poco porque
pensamos que forman parte de nuestra cultura popular. Os mostramos
algunos ejemplos que hemos hecho y algunas fotos en las que se nos ve
lo bien que lo pasamos.
Canciones
de rifa:
Don
Juan de Villanaranja
lo
bien que fuma,
lo
bien que canta,
tiene
la barriga llena
de
vino tinto
de
vino azul
¿a
quién salvas tú?
Pito
pito, gorgorito,
¿Dónde
vas tu tan bonito?
A
la era verdadera,pin,
pon, fuera.
Trabalenguas:
Tres
tristes tigres comen trigo en un trigal.
Tanto
trigo tragan
que
los tres tigres tragones
con
el trigo se atragantan.
Los
cojines de la reina,
los
cajones del sultán.
¡Qué
cojines!
¿Qué
cajones!
¿En
qué cajonera van?
Pablito
clavó un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?
Adivinanzas:
Este
banco está ocupado por un padre y un hijo, el padre se llama Juan y
el hijo ya te lo he dicho.
La
madre no tiene patas, pies ni pico.
Refranes:
No
por mucho madrugar amanece más temprano.
Abril
aguas mil.
Cuando
en marzo mayea, en mayo marzea.
Juegos:
Escondite,
el guiso, la rayuela, recortables, canicas, diábolo, estampa,
elástico,…
Juguetes
hechos por nosotros:
Muñecas
de trapo y lana, partido de fútbol con platillos de bebidas y
estampas pegadas, casitas de cartón con cajas de galletas.
Una
historia:
La
leyenda del Bandido Zamarrilla
Cuentan
que en la época de los bandoleros fue especialmente famoso uno al
que apodaban “El Zamarilla”. Cometió múltiples fechorías, y
tal fue su renombre y la peligrosidad de la banda que capitaneaba,
que los alguaciles decidieron formar una partida especial para su
captura a cualquier precio. Tras varias escaramuzas, lograron darles
caza y captura, pero “El Zamarilla”, rápido y escurridizo como
nadie gracias a su conocimiento
del terreno, escapó, eso sí, perseguido de cerca por una patrulla.
Al cabo de muchas leguas a galope tendido, y con los alguaciles
pisándole los talones, el bandolero llegó hasta una ermita buscando
un escondite. Y he aquí que el único sitio que encontró fue bajo
el manto de una Dolorosa que allí se veneraba. Entraron sus
perseguidores y a pesar de que registraron la pequeña ermita de
arriba a abajo no descubrieron a ” El Zamarrilla”, cobijado en
tan singular escondite.
Desesperados
y furiosos prosiguieron su batida por otra zona. Tiempo después, y
sintiéndose seguro el bandolero, abandonó su refugio, y dando
gracias improvisadamente a tan proverbial Salvadora, arrancó una
rosa blanca que se criaba en el camino de la ermita y la prendió en
el pecho de la Imagen, utilizando como alfiler su propio puñal. En
ese instante la rosa se tiñó de rojo. Aterrorizado, el bandido se
arrodilló ante los pies de la Virgen y le imploró su perdón por su
impía vida. Desde entonces, “El Zamarrilla” se convirtió en un
ermitaño que bajaba a visitar en algunas ocasiones a su amada
Virgen. En una de aquellas ocasiones, ya anciano, unos bandoleros le
asaltaron, pretendiendo robarle lo poco que tenía. A pesar de su
edad “El Zamarrilla” conservaba parte del vigor de su juventud y
opuso resistencia, por lo que los asaltantes le hirieron de muerte,
dándose a la fuga. Como pudo, llegó hasta la puerta de la ermita,
portando en sus manos como ofrenda una rosa roja, como siempre hacía.
Antes de morir alzó su mirada hacia su Virgen y vio como la rosa que
en sus manos llevaba se desteñía hasta volverse blanca: Ella lo
había perdonado.
Existe
un romance-copla dedicado a esta leyenda del cual aquí os dejamos la
letra:
Era
Zamarrilla un bandolero,
al que la justicia perseguía.
Málaga
era el puerto marinero,
al que por cariño iba y venía.
Dicen
que una noche a su bravura,
le pusieron cerco en el Perchel…
y
fue su amparo y cuartel
el manto de la Amargura.
Y
cuenta la historia…
que una rosa blanca cambió de
color.
Poniéndose roja,
y que Zamarrilla llorando cantó…
¡¡Amargura,
ay, y Madre Hermosa!!
La
del color bronceado,
deja que ponga esta rosa
junto al
puñal que han clavado.
Tu Amargura dolorosa.
Viendo
aquel milagro de la rosa,
que se le volvió como la
grana.
Frente a la Morena Dolorosa
flores y un clavel de fe
cristiana.
Dicen
que sintió remordimiento,
y por conseguir la salvación…
Pidió
y a los cielos perdón
en los claustros de un convento.
Historia
o romance…
pero en los altares la rosa quedó.
Milagro
triunfante,
de la Dolorosa que luce una flor.
¡¡Amargura,
ay, y Madre Hermosa!!
La
del color bronceado,
deja que ponga esta rosa
junta al
puñal que han clavado.
Tu Amargura, ay, Dolorosa.