lunes, 6 de marzo de 2017

CELEBRANDO ANDALUCÍA

Celebración del Día de Andalucía: Conoce Andalucía




La Sección de Educación Permanente Puerto de la Torre ha celebrado el Día de Andalucía con la visita al Museo de Artes y Costumbres Populares de Málaga y las actividades de Conocer Andalucía: “El juego de las pistas”, textos, collages… entre otras. La participación del alumnado ha sido muy gratificante y muchos de ellos/as han elaborado excelentes trabajos sobre el personaje y lugar histórico.

Queremos  mostrar nuestro agradecimiento a todos los que habéis participado investigando las pistas y aportando vuestras respuestas a través de correos electrónicos, papeles en mano o de viva voz.

JUEGO DE LAS PISTAS

PERSONAJE: VICENTE ALEIXANDRE. 


LUGAR: EL CERRO VILLAR PRIMER YACIMIENTO FENICIO HALLADO EN MÁLAGA.








A N D A L U C Í A


Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla son las ocho provincias que  comprenden La Comunidad Autónoma de Andalucía. Esta comunidad autónoma tiene estatus de Nacionalidad Histórica de acuerdo con el Estatuto de Autonomía que la rige. La bandera de Andalucía, blanca y verde, fue creada por el denominado “Padre de la Patria Andaluza”, el Notario y político nacido en Casares (Málaga) Blas Infante Pérez de Vargas, ideólogo e inspirador del movimiento andalucista. La elección de los colores de la bandera responden: el verde  como símbolo de esperanza y unión y el blanco como símbolo de paz y diálogo.
El proceso generador de la nación andaluza se concreta en la fusión y encrucijada de culturas que llegan a la península ibérica procedentes, fundamentalmente, del denominado medio oriente, y tierras situadas en sus cercanías, como son las  que transcurren en las inmediaciones del valle de los ríos Tigris y Éufrates, así como los que conforman la costa noroeste del continente africano. Estos pueblos, que se sucedieron el uno  al otro en íntimo metamorfismo o quizás mejor sería denominarlo  mezclamiento, pues la sucesión no fue, no pudo ser tan estricta ni instantánea. Los invasores  se sucedían, como no, por la fuerza de las armas, hasta que se imponía con crudeza la potencia, la presencia y la cultura de sus huestes dominadoras. Tartesios, fenicios, celtas, griegos, cartagineses, romanos, germánicos y musulmanes o árabes, (aunque ni todos los musulmanes son árabes ni todos los árabes son musulmanes).  Estas poblaciones  entraron por el estrecho de Gibraltar, la "puerta" por donde penetraron en Andalucía, excepto celtas y germánicos que entraron por el norte. Andalucía, cuyo nombre deriva del árabe Al- Ándalus ha sido tierra de culturas de procedencias remotas y crisol de pueblos que se fusionaron trayendo con ellos sus culturas, costumbres y realidades socioeconómicas y políticas. El patrimonio artístico que dejaron a su paso, es el testimonio vivo, la realidad empírica de un pasado vigoroso y transcendente. Uno de los pueblo que nos dejó una impronta y una cultura más importante en todas las áreas del conocimiento, fue el romano, si bien nosotros le aportamos cuatro nombres de gran relieve nacidos en  España. Tres  emperadores, Adriano y Trajano, nacidos en Andalucía, otro emperador, Teodosio, nacido en Coca (Segovia), y otro nombre ilustre, Séneca, cordobés, que fue cuestor, pretor y senador, así como tutor del vidrioso emperador Nerón.                                                     
A los romanos lo sustituyeron los visigodos que no dejaron muchas huellas. De ellos sólo recordaremos la traición del Conde Don Julián que posibilitó a los musulmanes, al mando de Táriq ib Ziyad, penetrar en Andalucía por el estrecho de Gibraltar, venciendo a los godos en la batalla de Guadalete. Fue, para los musulmanes, tan novedoso encontrar una vía tan expedita para poder entrar en España, después de cientos de años persiguiéndolo, que decidieron su invasión a través de ese cauce, utilizándolo para invadirla y haciéndola suya durante más de setecientos años. Una vez concluida la Reconquista con la toma de Granada, Andalucía quedó en manos de los señores feudales que habían ayudado a ganar la guerra a los Reyes Católicos. La actividad política en Andalucía dejó mucho que desear en lo que respecta a la gobernación de las ciudades reconquistadas. La opulencia de los dueños de las tierras y la fragilidad de los gobiernos locales en relación a la estructuración y organización de la vida en general, fue muy deficiente. Y siguió siéndolo a lo largo de los años posteriores cuando España fue dueña de medio mundo. ¿Qué fue del dinero que venía de América? ¿Pagar a los soldados que luchaban en el  mundo entero para llevar la religión católica a los países que  conquistaban?. Me temo que entrar en ese vericueto histórico es demasiado arduo como para ni siquiera rememorarlo.
Alguien dijo que España era diferente, y sí, en parte tenía razón, España, y por extensión, Andalucía, es diferente. ¿Qué es Andalucía por naturaleza, la cola de España o la cabeza de África?. Un francés dijo que España empezaba en Los Pirineos, pero se equivocaba, lo francés, lo alemán, lo flamenco, lo escandinavo, etc., se inician realmente en el Estrecho de Gibraltar. Andalucía,  ha sido, desde que la dejaron los reyes triunfantes en manos de los grandes terratenientes que les ayudaron en la reconquista,  un enorme latifundio, una perfecta plutocracia  que no tuvo escrúpulos al hacerse cargo de la fuerza de trabajo que quedó bajo su jurisdicción. Pero, por si eso fuera poco, las diferentes desamortizaciones habidas, despojó a los pueblos de sus baldíos y tierras comunales, a la Iglesia sin bienes y a los pobres sin "armas" con qué defenderse. Las dispares y controvertidas desamortizaciones, en general, no tenían más objeto o al menos este era el más importante, que hacer frente a la enorme deuda pública que arrastraba el gobierno (igual que hoy).
Pero además tuvieron dos efectos desoladores e infaustos. El primero fue el conseguir que la gran mayoría de las tierras y edificios desamortizados, pasaran a manos de quienes podían comprarlos, como así lo hicieron, aumentando la diferencia de estatus que los distinguía de la clase  trabajadora del campo, lo que dio origen al inmenso odio que nació entre ambas colectividades. Los andaluces no tuvieron más salida a su situación que la emigración. El otro efecto fue la gran desventaja que tuvo la región con respecto a los marcos  globales español y europeo, básicamente por la tardía llegada de la Revolución Industrial, que dejó a la región dependiente casi exclusivamente de las labores agrícolas, de las cuales, a duras penas, se pudo sobrevivir.  
                                                                                                                                                              Hoy Andalucía sufre las consecuencias de la mala gestión de sus políticos, como ocurre en casi toda España. La historia de las desamortizaciones habidas es la más desastrosa historia que pueda leerse.  Pero si desastrosos fueron aquellos lodos, mas desastrosa aún fue la imposibilidad de acometer una reforma agraria honesta y respetable ya que en el congreso de los diputados fue imposible lograr un consenso plausible, que tuviera en cuenta la situación de inferioridad en que se encontraban las clases populares. Todo lo que se debatía en el congreso era una lucha de poderosos contra  otra clase de poderosos, donde era imposible llegar a un acuerdo decente; unos y otros defendían exclusivamente su interés y el de sus allegados, sin tener en cuenta las necesidades reales de la nación. El palacio de congresos era una pura algarabía de unos contra otros sin que llegara a buen fin ninguna solución plausible. Los últimos acontecimientos que se viven hoy en el congreso son muy similares a la de aquellos pretéritos.
Pero, gracias a Dios, los andaluces de hoy son distintos a los que vivieron aquellos controvertidos días. Hoy Andalucía, gracias a su clima mediterráneo, dulce y benigno,  y el esfuerzo de sus gentes, ha superado con creces la situación, que sin ser la idónea,  es respetada e incluso ambicionada por otras comunidades autónomas. Andalucía disfruta hoy de una soñada democracia donde se respira una alegría de vivir, una vida sin complicaciones, sin ansias, sin angustia, sin ambiciones desmedidas y sin vanidad, y donde la luz del cielo que siempre es , y será igual. Sí,  la vida es dura y pesa, pero en nuestras manos libérrimas y en nuestros corazones alegres está el hacer que sea menos dura, que amargue menos y que se aligere el peso. Limpia como el trigo limpio, fragante como una pura rosa del verdadero reinado indestronable de la belleza inmarcesible. La gracia de sus mujeres y la cordialidad y perfiles amables y serenos de sus hombres,  son precisamente el escenario de su encuadre en un sencillo ambiente local.
En toda Andalucía y especialmente en Málaga donde se confunden, razas,  y costumbres, hablas, vestidos  y amores.  En sus playas, llenas de gentes de pueblos remotos.
 Para estos esporádicos visitantes Andalucía es lo más parecido al paraíso que pudieran soñar. La historia de Andalucía, despojada del mesianismo castellano con que nació, se adapta al nuevo sistema de valores de la España ilustrada. Ni sueños imperiales, ni mitos góticos; la Andalucía Romana y la Andalucía Árabe quedan recuperadas como edades cumbre en la historia de la cultura de los naturales del sur de la península. En la azul tabla del cielo ya no campean signos escritos por el dedo divino que anuncien el providencial destino de Andalucía. El hombre andaluz y sus gobiernos recobran la libertad de acción y, con ella, la responsabilidad de "el gran giro de las humanas vicisitudes".
Yo viví la Málaga de hace sesenta años, yo viví el tranvía de Huelin, las casas de la Tabacalera, el Perchel flamenco, los Baños del Carmen, los bares La Campana, el Guadalmedina con agua, el trenecito que pasaba por la playa, y aterricé muchas veces en aquel campo de aviación de tierra, yo era un gurripato cualquiera. Ahora he vuelto a vivir en Málaga y no la conozco; cuando salgo por su periferia y observo esa magnífica red viaria, esas anchas carreteras, esos inmensos edificios, esa modernidad esplendente,  prefacio de un mundo nuevo y prometedor; y al recordar ahora aquel pasado de mi pubescente periplo malagueño, experimento un alud de sensaciones positivas que no quiero dejar de proclamar en esta breve narración. 

   
                                                                                     En Málaga, en febrero de 2017                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      (J L.  Gessa)


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