viernes, 16 de marzo de 2018

LA TEORÍA DEL TODO

HOMENAJE A STEPHENG HAWKING



ADIÓS A STEPHEN HAWKING, UN GENIO QUE NOS ENSEÑÓ A VER EL UNIVERSO

Hoy, 14 de marzo de 2018, habrán muerto muchos hombres, incluso ilustres, pero de entre todos los que han pasado a otra vida, un cristiano diría “a mejor vida”, Stephen Hawking  habrá visto a Dios, en quién  él no creía.
Un hombre superdotado, que, en opinión de algunos doctores en Medicina, debía haber muerto hace aproximadamente cincuenta años, pero que,  en contra  de tan adversas predicciones,  se superó a sí mismo convirtiéndose en un icono de nuestro tiempo. Su mejor aportación ha sido alentarnos a trascender la carga de irracionalidad y fanatismo heredado que tanto daño ha causado a la Humanidad.
Ya desde niño sobresalió en todos los estudios en que participó, pero especialmente en la Física, a la que tuvo que dedicarse a pesar de que sus deseos  impúberes fueran las matemáticas,  a cuyos estudios no pudo acceder por no existir en su universidad profesores que enseñaran el estudio de dicha materia. Obtuvo su doctorado en Física en la Universidad de Cambridge en 1966.
Aquejado  de una enfermedad  terrible, la esclerosis lateral amiotrófica (E.L.A.), que, entre otras cosas, le hizo perder la mayor parte de su control neuromuscular, terminando en una silla de ruedas, como se le ha visto últimamente. A pesar de eso su cerebro siguió activo hasta llevarlo a ser la primera autoridad en el estudio y comprensión de las leyes que explican el Universo. Fue infatigable en su labor por dar a entender, no sólo las cuatro leyes de la Termodinámica de los  Agujeros Negros. Él, desde su silla de ruedas,  probó que los agujeros negros debían de crearse y emitir térmicamente partículas subatómicas. Supo relacionar  las ecuaciones de la relatividad de su  predecesor Albert Einstein con la Mecánica Cuántica, identificar las únicas partículas que pueden escapar del horizonte de sucesos de un agujero negro, una frontera que ni siquiera la luz puede cruzar y que hasta entonces se consideraba infranqueable.
Podíamos seguir rellenando cuartillas y cuartillas hablando de sus trabajos pioneros  en la ciencia que dominaba y los innumerables premios, entre ellos el Nobel, que le fueron concedidos por diversas universidades y multitud de instituciones académicas. Pero tenemos que acabar obviando la ampulosidad descriptiva, pero, cómo no, agradeciendo a este superhombre singular su dedicación a la Ciencia y el habernos  introducido en la comprensión de algo tan maravilloso como es el Universo y algunas de las leyes que lo definen. Gracias a él las personas pueden estar seguras de que las espigas seguirán dando sus anuales frutos dorados de la misma forma genesíaca que hace miles de siglos, y que las lluvias de otoño continúan cayendo imperturbables con el mismo son y el mismo compás de siempre, y las conjugadas de los sombreados pían y escarban todas las madrugadas de la misma manera que lo hacían en el principio de la creación.
Ignoro Stephen, admirado e insigne astrofísico, infatigable creador de teoremas y ecuaciones imposibles, la conversación que tendrías con el Dios que ignorabas, pero estoy seguro de que Él te ha atendido como lo que eras, un hombre singular, de los que nacen cada cien años y cubren de gloria a la  Humanidad de la que formabas parte.
En Málaga, a catorce de marzo de dos  mil dieciocho.
                                                                                                                                                             (José Luis Gessa)









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