jueves, 11 de enero de 2018

LA IPSEIDAD

Para comenzar este año Jose Luis nos ha regalado un pequeño relato para el Desván de la Escritura. El nos dice que es bueno empezar el año pensando y filosofando.

 LA IPSEIDAD

            Tengo la impresión de que si muchos de nosotros no prestamos atención silenciosa pero sabia, al desarrollo de nuestras vidas, no tendremos nunca conciencia de que vivimos.

            En el fondo de  nuestros corazones hay un lugar que conoce todas las respuestas a nuestras mayores preguntas. Cada uno conoce su verdad y lo que necesita hacer para crearse una vida extraordinaria, pero la mayoría de personas, sencillamente, hemos perdido  esta fuente natural de pura sabiduría, porque demasiado estrépito, demasiado ruido domina nuestros días. Pero he descubierto que si uno reserva tiempo para el silencio, la tranquilidad y la soledad, comienza a hablar la voz de la verdad y a comprender cosas que ni había pensado antes. Y esto es así porque si la ipseidad de una colectividad no está fundamentada en la ipseidad natural o genética, la pureza de un pueblo es siempre mítica.

             Uno no puede medir cuando los hombres están más cerca de la tierra o más cerca del cielo, porque esas son dimensiones que cada cual  puede y debe medir en su conciencia. Son, además, movimientos que pertenecen a un íntimo territorio del hombre, y el hecho de averiguarlo tal vez no nos reportara mucha claridad sobre cómo verdaderamente seamos los hombres.

            La religión tampoco nos va a sacar de esa indolencia, de esa molicie para que la atención silenciosa, que aquí se menciona,  pueda suscitar de algún modo el resurgimiento de  un gran debate ético de carácter universal que nos auxilie a encontrar bases éticas comunes que sirvan como marco para la convivencia.

            El discurso apocalíptico, triste y desengañado, enfático y amenazador, no puede tampoco ayudar a una sociedad,  atrapada en una atroz crisis de valores. Más bien tiene que suscitar en los moralistas la necesidad de alertar  para que reconozca su  vacío ético y se enfrente, con redaños, a su realidad vital.

            Es innecesario explicitar que, cuando aquí  se menciona la palabra hombre, en ella está incluía la palabra mujer.         

            En Málaga, en enero de 2.018.                                          (José Luis Gessa)

          


      

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